La gran pesquisa by Tom Sharpe

La gran pesquisa by Tom Sharpe

autor:Tom Sharpe [Sharpe, Tom]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 1976-12-31T16:00:00+00:00


14

Frensic no tenía que preocuparse por eso.A cinco franjas horarias hacia el oeste, el notición sensacionalista de la muerte de Piper en alta mar estaba a punto de estallar.Y así estaba Hutchmeyer: sentado en el despacho del jefe de policía, al que miraba fijamente, contaba la historia de marras por décima vez ante un público incrédulo. Eran los bidones vacíos de gasolina lo que le estaba complicando las cosas.

—Como ya le he dicho, la señorita Futtle me los ató a la cintura para que me mantuviera a flote mientras ella trataba de conseguir ayuda.

—¿Mientras ella trataba de conseguir ayuda, señor Hutchmeyer? De modo que permite usted que una pobre señorita vaya sola en busca de ayuda…

—De pobre señorita no tiene nada —le cortó Hutchmeyer—. Es enorme.

El jefe de policía Greensleeves meneó la cabeza, apenado ante tamaña falta de caballerosidad.

—Así que se encontraba usted en medio de la bahía con esa tal señorita Futtle. ¿Y qué hacía la señora Hutchmeyer mientras tanto?

—¿Y cómo demonios quiere usted que lo sepa? Pegar fuego a mi ca…

Hutchmeyer se contuvo.

—Eso es muy interesante —dijo Greensleeves—. Así que dice usted que la señora Hutchmeyer es pirómana.

—¡No, yo no he dicho eso! —protestó Hutchmeyer—. Lo único que sé es…

Pero se vio interrumpido por la llegada de un teniente, que acababa de presentarse con una maleta y varias prendas de vestir, todo ello empapado.

—Los guardacostas han encontrado esto en el lugar del naufragio —informó, y mostró un abrigo para que lo examinaran.

Hutchmeyer se lo quedó mirando horrorizado.

—¡Es de Baby! —dijo—. ¡El visón! Vale una fortuna.

—¿Y esto? —preguntó el teniente, señalando la maleta.

Al ver que Hutchmeyer se encogía de hombros, el teniente abrió la maleta y retiró un pasaporte. Greensleeves lo cogió.

—Británico —constató—. Un pasaporte británico a nombre de Piper, de Peter Piper. ¿Le dice algo ese nombre?

Hutchmeyer asintió.

—Es un escritor.

—¿Amigo suyo?

—Uno de mis autores, pero yo no le llamaría amigo.

—¿Amigo de la señora Hutchmeyer, quizá?

A Hutchmeyer le rechinaron los dientes.

—No le he oído, señor Hutchmeyer. ¿Ha dicho usted algo?

—No —repuso Hutchmeyer.

El comisario Greensleeves se rascó la cabeza pensativo.

—Al parecer, tenemos otro pequeño problema —dijo por fin—. Su crucero salta por los aires como si lo hubieran dinamitado, y cuando vamos a inspeccionar el lugar, ¿qué encontramos? Un abrigo de visón propiedad de la señora Hutchmeyer y una maleta que pertenece al señor Piper, que da la casualidad que es amigo suyo. ¿Cree usted que puede existir alguna relación?

—¿Qué quiere decir con eso de «alguna relación»? —preguntó Hutchmeyer.

—Pues, por ejemplo, que ambos se encontraran a bordo del crucero cuando se produjo la explosión.

—¿Y cómo puñetas voy a saber yo dónde estaban? Lo único que sé es que el que iba en ese crucero ha intentado asesinarme.

—Interesante, lo que acaba de decir —comentó el jefe de policía Greensleeves—, muy interesante.

—Pues no veo yo qué tiene de interesante.

—Podría ser también al revés, ¿no le parece?

—¿Qué podría ser al revés? —saltó Hutchmeyer.

—Que los haya matado usted.

—Que yo he hecho ¿qué? —se enfureció Hutchmeyer, soltando la manta—. ¿Me está acusando usted de…?

—Me limito a hacerle unas preguntas, señor Hutchmeyer.



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